Ya queda poco para que finalicen las vacaciones, va llegando el momento de que todos vuelvan a sus deberes, algunos en el trabajo y otros en el colegio... El regreso a clases es un momento que involucra a toda la familia, y, en la que ésta debe recuperar sus ritmos de la vida cotidiana, muy distinta a la tranquilidad que nos proporcionan las vacaciones de verano. Como ocurre con cualquier nuevo comienzo, los aspectos emocionales involucrados pueden ser variados, desde los más positivos como la alegría de reencontrarse con viejos amigos, la curiosidad de enfrentar nuevos desafíos, hasta los más negativos, como la preocupación por no estar a la altura, las tareas o de reactivar viejos recuerdos infelices (fracasos escolares, dinámicas por las que uno se siente juzgado/burlado y similares...). Para el campo de la psicología del desarrollo, la escuela es un lugar sumamente importante para el crecimiento y evolución de los niños. Tienen que lidiar con figuras diferentes a las familiares y esto puede implicar un poco de miedo, al igual que tienen que aceptar reglas de convivencia con sus compañeros y al mismo tiempo ponerse a prueba ante nuevos desafíos, cada vez más difíciles de afrontar. Todos estos factores pueden provocar un torbellino de emociones que puede conducir a un verdadero "estrés de reentrada", término a menudo utilizado incorrectamente y que puede subyacer a diversos mecanismos que es importante comprender. Este artículo pretende ayudar a padres, profesores y profesionales a discriminarlos. Trauma de reentrada: ¿existe realmente?
La vuelta a la escuela puede provocar un estado de malestar generalizado que afecta a diferentes grupos de edad, desde los niños más pequeños hasta los adolescentes. Para todos los grupos de edad existe un período más o menos variable de adaptación natural a las nuevas dificultades del año escolar.
Educación infantil : para el niño es la primera ocasión en la que hay un distanciamiento de su propio hogar con cierta continuidad. Después de los primeros días de colegio las ansiedades y las rabietas deberían desaparecer, para dar paso a sentimientos más positivos de curiosidad, descubrimiento y buena adaptación. En este caso el papel de apoyo de los padres es fundamental, ya que muchas veces la verdadera aprehensión es más del padre que del niño y cuando es la propia figura de referencia quien se encuentra en una condición de preocupación más o menos consciente (que también puede referirse a propias ansiedades primarias no resueltas), este estado mental podría transmitirse más o menos indirectamente al propio hijo, despertando un estado emocional difícil de gestionar. Si esta condición de malestar emocional persiste en el niño, ya no se hablará de ansiedad de retorno, sino ansiedad por separación.
La ansiedad por separación, como afirma Margaret Mahler es una etapa normal de la vida que se desarrolla alrededor de los ocho meses, una vez que el niño comprende que los padres no desaparecen cuando se pierden de vista ésta va desapareciendo. La ansiedad por separación alcanza su punto máximo alrededor de los 10 a 18 meses de edad y luego disminuye gradualmente. Hay casos en los que esto no ocurre y en los que el niño manifiesta una forma inapropiada y excesiva de miedo y malestar al salir de casa o a separarse de una determinada figura de referencia en momentos y etapas como la escolarización temprana. La ansiedad expresada, en este caso, se clasifica como atípica respecto al nivel de desarrollo esperado y la edad del sujeto. La gravedad de los síntomas varía desde angustia hasta ataques de ansiedad en toda regla en el momento (o incluso al pensar en ello) la separación, lo que causa al niño una angustia significativa y un deterioro en áreas sociales, académicas u otras áreas importantes de funcionamiento (DSM V). Educación primaria : esta es la fase de preadolescencia . Si antes podía haber momentos de compartir vivencias y estados emocionales con el niño, ahora hay una búsqueda, por parte del mismo, de la primera autonomía e independencia y esto puede llevar a que se cierre en sí mismo. En esta fase, se puede encontrar una especie de actitud oposicionista en el niño que muestra dificultad para regresar a la escuela: el niño expresa una agresividad pasiva que puede expresarse en la negativa a preparar la carpeta o en la preparación incorrecta de la misma o en el rechazo de la tarea escolar. Educación secundaria : la transición a la secundaria es el inicio de un nuevo camino, en el que el chico deberá afrontar diversos e importantes retos. Todo ello coincide precisamente con el paso a la fase adolescente , momento fundamental en la construcción de la propia identidad, porque el niño deja espacio al futuro adulto. En la adolescencia se observan cuatro tipos de cambios:
• Maduración física completa. • El logro de la madurez sexual. • La adquisición de la condición de adulto. • El logro del pleno desarrollo cognitivo Todos estos aspectos pueden generar una gran presión y un sentido de responsabilidad para el niño y esto le puede crear un posible estado de ansiedad. Cómo reconocer signos y síntomas de malestar
Los inconvenientes que pueden derivarse de un estado de ansiedad por recuperación están diversificados. Pueden producirse cambios en el ritmo sueño-vigilia, con dificultad para conciliar el sueño, pesadillas, rabietas al despertar por la mañana o intento de alargar el tiempo de permanencia en casa.
Otra consecuencia de la ansiedad pueden ser los síntomas "psicosomáticos" en los que el malestar, no correctamente mentalizado y racionalizado por el menor, toma un camino de expresión que se traduce en una forma de malestar/malestar corporal, por ejemplo el frecuente dolor de estómago, dolor de cabeza y similares que a menudo no tienen origen médico, sino que son una forma de somatización.
Es común que estos signos y síntomas se manifiesten en un grupo numeroso de niños de diferentes edades en el momento del reinicio escolar en septiembre pero deben tener una evolución limitada en el tiempo. con una resolución posterior espontánea y paulatina. Si, por el contrario, estos problemas persisten, sería bueno hablar de ello con los profesores y consultar a un experto en psicología .
Los síntomas a los que las figuras educativas y los padres deberían prestar más atención se pueden resumir fácilmente en unas pocas líneas (DSM V):
Angustia recurrente y excesiva cuando se anticipa o experimenta la separación del hogar o de figuras de apego importantes.
Preocupación persistente y excesiva por perder figuras de apego, o por la posibilidad de que les suceda algo dañino, como enfermedad, lesión, catástrofe o muerte.
Preocupación persistente y excesiva de que un imprevisto conduzca a la separación de la figura de apego principal (perderse, ser secuestrado, sufrir un accidente, enfermarse);
Renuencia o negativa persistente a salir de casa para ir a la escuela por miedo a la separación.
Miedo persistente y excesivo o renuencia a estar solo o sin figuras de apego importantes en el hogar o en otros entornos;
Renuencia o negativa persistente a dormir fuera de casa o a dormir sin una figura de apego importante cerca
Pesadillas repetidas que involucran el tema de la separación;
Quejas repetidas de síntomas físicos (dolores de cabeza, dolores de estómago, náuseas, vómitos) cuando se produce o se anticipa la separación de las principales figuras de apego.
Además, el rechazo escolar podría tener su origen en problemas específicos no manifestados que, con el regreso a la escuela, podrían resurgir. El acoso escolar , por ejemplo, es una forma de violencia psicológica y, en ocasiones, física, que puede tener importantes consecuencias emocionales, mentales y conductuales . Las víctimas pueden presentar problemas alimentarios y físicos, aspectos que representan el fuerte estrés al que están sometidas, síntomas que muchas veces pueden confundirse con señales similares al "estrés de reentrada" o la "ansiedad de separación", además, su interés por la escuela puede disminuir y , a largo plazo, puede conducir al abandono prematuro del curso. El universo escolar: ¿alteraciones puntuales, desatención, desmotivación o algo más?
Si se presentaran las señales mencionadas en el párrafo anterior, los padres no deben alarmarse, sino tratar de interpretarlas y comprenderlas. Los problemas podrían afectar a diversas áreas, desde la esfera emocional hasta las funciones cognitivas y el rendimiento académico. A este respecto, resulta imprescindible consultar a un expertos acreditado que pueda aclarar el origen de el malestar, si es por ejemplo a causa de: una dificultad en los procesos de aprendizaje, a un déficit/bloqueo de las funciones cognitivas (atención, concentración) o a una mala motivación o a factores psicológicos emocionales-relacionales. El Trastorno Específico del Aprendizaje implica, por ejemplo, una dificultad en las habilidades académicas, que están por debajo de las esperadas para la edad cronológica del individuo, provocando una interferencia significativa en el rendimiento académico o en las actividades de la vida diaria. El trastorno de atención e hiperactividad (TDAH), por otro lado, se caracteriza por falta de atención e hiperactividad e impulsividad, aspectos que se manifiestan en diferentes contextos de vida y que pueden comprometer el funcionamiento social y académico. En otros casos son las perturbaciones o las dificultades emocionales relacionales las que predominan: la socialización no es su punto fuerte, tienden a preferir la presencia de la figura adulta a la de los compañeros de clase, pueden desarrollar ansiedad escolar y ansiedad escénica. Aislamiento, encierro, desinterés son sólo algunos de los aspectos que caracterizan a los niños con problemas emocionales-relacionales. Suelen tener baja autoestima y esto puede desmotivarlos ante un obstáculo o desafío (la escuela está llena de ellos), porque no son conscientes de sus propias cualidades y tienden a mostrar actitudes de rechazo y oposición. En estos casos, el consejo es recurrir a expertos especializados , que puedan comprender las causas subyacentes y orientar a su hijo hacia un camino más adecuado para él. En muchos casos pueden resultar útiles programas de refuerzo individual o de rehabilitación para funciones específicas, en otros es más adecuado el trabajo en pequeños grupos , además de la ayuda con los deberes y el estudio .
Conclusión
Para concluir, es fundamental saber detectar de antemano los signos de malestar, no amplificarlos, sino acogerlos y encuadrarlos correctamente. Si surgen dificultades evidentes relacionadas con la escuela, como caídas repentinas del rendimiento, bloqueos o rechazos o una fuerte desmotivación, es necesario intervenir. Existen varias herramientas útiles y diversificadas, desde una simple actividad de ayuda con las tareas con personal cualificado hasta cursos de rehabilitación y fortalecimiento individuales o para grupos reducidos y obviamente una terapia personalizada. Analizar bien la situación y los diversos factores que subyacen a problemas complejos es esencial para comprender mejor la situación. Para estimular los recursos del estudiante es necesario el aporte de docentes, padres y especialistas del sector psicológico (equipo autorizado que opera en un centro especializado en psicología para el diagnóstico inicial y actividades de certificación DSA en las que operan psicólogos especializados en psicología escolar y del aprendizaje en colaboración con otros especialistas en desarrollo). Al trabajar las fortalezas y debilidades del estudiante, es muy probable que se produzca un impacto positivo en su actitud hacia la escuela. Referencias bibliográficas Pellai, A. (2012). Vamos a la escuela. Prepárate para los primeros días de clase. Ediciones del Centro de Estudios Erickson Carugati, F., Selleri, P. (2005). Psicología Educacional. El molino Pellai A., Tamborini, B. (2017). La era del tsunami. Cómo sobrevivir a un niño preadolescente. editorial de agostini Fassio, O., Martinengo, L. (2013). Ansiedad en el aula. Editorial Universidad Popular de Turín DiPietro, M., Kendall, P. (2003). Terapia escolar de la ansiedad. . Ediciones del Centro de Estudios Erickson AUTORES: Dra. Passoni Flavia Ilaria (Psicóloga, Psicoterapeuta, Directora Científica de Synesis Psicology®) Dr. De Luca Alice (Dr. en Psicología) Dr. Stucchi Elisabetta (Psicóloga, Psicoterapeuta si)
Traducción: Psicóloga Cristina Vera. PSIGE Psicología.
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